La esperanza, la identidad y los pibes de hoy, por Víctor Hugo Morales

La elección de Javier Milei opaca la de los otros, por lo sorprendente. Con franqueza, pensamos que no iba a superar el 15%. Nos dejamos llevar por los resultados en las provincias.

Pero también decimos, con convencimiento, que será provisorio ese primer lugar.

Lo del oficialismo no fue fracaso. Sergio Massa está en carrera y CFK sigue siendo la líder. Otro gran ganador de esta etapa es Kicillof.

El resultado fue menos malo del que se pensaba durante horas antes, cuando estábamos atravesados por los asesinatos de Morena y del médico de Morón. Decir que los números no están lejos no sirve de justificativo, pero todo sigue en pie. Hay Massa, hay Kicillof y como dijo el candidato a presidente, terminó el primer tiempo, ahora viene el segundo y los penales.

Hay esperanza, pese a Milei, a Bullrich, y al jefe de la mafia. Hay esperanza todavía. Se puede jugar a una cierta ilusión.

Una cuestión de identidad

Lo de Kicillof es muy meritorio. Resistir en la provincia, mantener números que le permiten seguir primero, perfilarse como gobernador reelecto.

Es un milagro con el gobierno nacional mal visto, con la economía complicada, con el ataque de las mafias ante la muerte y tantas otras cosas. Una campaña basada en la gestión, en la credibilidad, en la identidad respetada: si no, no se es ni una cosa ni la otra.

Kicillof es políticamente definido y ese es un bagaje político enorme. No va y viene según los cantos de sirena y esa fidelidad a sus ideas tiene recompensa. A veces el coraje paga bien.

Tremendamente derrotado resultó Rodríguez Larreta, teniendo en cuenta las herramientas que disponía, una masa de dinero para su campaña sencillamente infernal, que le robó a la ciudad de Buenos Aires. Frente al platal que tenía Larreta para corromper a la Argentin, es meritorio hasta lo de Bullrich.

Y lo que va a significar para los que apostaron a él, pensando que sería presidente y ya tenía pautas y negociados prometidos. Es el único que en 2024 no podrá dar ni una orden.

Hasta Macri salió bien parado, mediante Bullrich y su primo Jorge, aunque le faltó coraje, que no es una palabra que abunde en él.

De ninguna manera el gran fracaso es el gobierno que debió enfrentar un 150% de inflación, tremenda; con el FMI, que lo privó de todo beneficio económico y que lo obligó a un ajuste furioso, al que se resiste como puede; con los mafiosos medios de comunicación tirándole cada uno de los crímenes atroces, como la semana pasada, como si fueran cien, cuando en realidad el número ha decaído. Pero decirle esto a la mafia…

Para un gobierno castigado, con todo el periodismo en contra, sacar un 27%, un piso apenas por debajo del piso de Cristina, no está para nada mal.

Es un tercio para un oficialismo con un presidente que quedó fuera de la campaña y una falta de identidad que conmueve y debe recuperar.

Ese tercio que le corresponde a un mundo dividido, asediado por la derecha y por la ultra. Massa sacó el 27%, sumando lo de Grabois y quedó a un punto de la maquinaria brutal de JXC, encabezada por Clarín que hoy presenta como fracaso al de CFK, a quien proscribieron, entre otras cosas, por la acción de ellos mismos; justamente fueron estas las primeras elecciones en democracia con una proscripción.

El pasado y el futuro

Hay un hombre y una mujer nueva tras la pandemia. Hay una persona más solitaria, más lobo del hombre, desinteresada de lo colectivo. Los mensajes que hablaban de socialización parecen haber caído en desgracia. Quizás también víctimas de medios de comunicación y redes sociales, hay un joven distinto.

No es el joven ilusionado en el que se pensó cuando se le dio el derecho a voto. Un joven que venía para cambiar el mundo como éramos los de todas las épocas. Y el de hoy ha tenido una gravitación muy fuerte en la elección.

A ellos hay que hablarles. Ahora hay que confrontar abiertamente con lo que dice Milei. Saber qué dice.

Que, por ejemplo, propone una plataforma de dolarización: bregar para hacer entender qué significaría para la gente. Los jóvenes, por caso, se están dando un tiro en el pie por muchos años. Sería algo atroz.

Habla de la desaparición del Banco Central, o sea el hecho de no poder determinar la moneda nacional que es una manera de ser soberanos hasta el último instante de la vida de un país.

Va Milei por el ajuste de las jubilaciones: hablemos de lo que significó en otros lados. En Europa, por ejemplo, hasta los liberales aseguran que tocarla sería un error brutal.

Habrá que explicarse a los pibes qué significa tener a los abuelos en estado de necesidad. O la baja de planes sociales y el gasto público. Expliquemos que es atender a los sectores medios y más perjudicados. Que los planes en el mundo capitalista permiten que mucha gente tenga algún recurso para poder comer.

También va por edad de imputabilidad muy baja y la libre portación de armas: la mayoría de los asesinatos ocurren por movimientos de personas que ante el susto o ignorancia, manipulan armas y provocan desastres.

Generaría infinitos enfrentamientos e infinitas muertes. Un horror.

El mundo es una porquería promovido con gente como Milei. Hay una gran injusticia. A esos pibes que piensan distinto a cómo iban a pensar, hay que explicarles con claridad qué sucedería con Milei en el gobierno.

Hay que ir contra todo eso, debatir fuertemente. Hay que discutirle. Hay que poner ideas sobre la mesa. Hay que ir fuertemente por la identidad. No es casualidad que aquellos intendentes que más identidad cristinista tuvieron, son a los que le fue mejor. Apartarse de esas ideas, titubear, va en contra.

Discutamos con él no sólo lo que surge de su estrafalaria personalidad. Salgamos a pelear porque el mundo que proponen es muy injusto. Es una animalada. No se asusten: el mapa violeta es aquel amarillo de la última elección. Es un tema entre ellos, entre la derecha.

Pero hay para dar pelea. Pasó la elección, pasó el susto. Queda un campo muy abierto para la esperanza.

Pero trabajemos en función de esta ilusión.

foto Mauro Rico

Víctor Hugo Morales

Tiempo Argentino

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