DNU y Ley Bases, las cartas de la Rosada y el juego de la oposición

El grave error de coordinación que protagonizaron Javier Milei y Victoria Villarruel esta semana alumbró, a la fuerza, una nueva etapa para el gobierno.

El presidente y su vice todavía no cumplieron sus primeros cien días en el poder y este jueves transitaron uno de los peores momentos de la relación política que los une.

En sólo 90 días la titular del Senado pasó de contar, a fin de año, con 39 votos para elegir autoridades, a ver este jueves cómo una abrumadora mayoría de 42 voluntades rechazaba el DNU 70/ 23 y ponía en crisis la legitmidad del instrumento legal más importante de la presidencia de Milei. Aunque la acusaron de alta traición en Balcarce 50, el revés no la tomó por sorpresa porque había avisado con anticipación.

Hubo estupor en la Casa Rosada, con un presidente que tuvo que controlar la furia y las sospechas, alimentadas a la distancia, de un presunto cuchillo en contra bajo el poncho de Villarruel. A Milei le costó comprender que pelearse con su vicepresidenta sumaba un segundo error a las flaquezas que ya tuvo antes del anunciado revés en el Senado contra el DNU.

«Ahora quedó demostrado que las dos partes se pueden hacer daño mutuamente», reflexionó una fuente de la Casa Rosada. Podría referirse a la tensión que esta semana quedó otra vez al desnudo entre Milei y Villarruel, pero no, sólo refleja la evaluación que hacen cerca del presidente sobre el rol de los gobernadores y la oposición en la gestación del rechazo al DNU 70/23 que se registró en el Senado.

El expediente ya fue girado la Cámara de Diputados, donde también podría llegar al recinto en algún momento de los meses que vienen. No será de inmediato porque el panperonismo reunido en Unión por la Patria ya sabe desde hace un mes que, por lo menos, le faltan entre 10 y 14 voluntades para llegar al cuórum y volver a poner en aprietos al presidente.

El revés de la Cámara Alta dejó al Gobierno empantanado en su propia interna y aceleró los tiempos en Diputados, aunque el oficialismo sólo quiere estirar y patear la pelota todo lo posible. Ese operativo registró fallas y diferencias tajantes en el Senado. Ahora el riesgo está pasando del estado latente a la preocupación cotidiana de que se cristalice otra votación en contra y que repentinamente el DNU caiga por completo.

Desde el viernes esa debilidad es el mar de fondo y el condicionante de las negociaciones que reabrió el ministro del Interior, Guillermo Francos, con los gobernadores; también con los jefes de los bloques opositores que dieron cuórum y apoyo a la ley ómnibus durante el período de extraordinarias hasta que cayó con estrépito durante el debate en particular.

Fue cuando el jefe de la bancada, Oscar Zago, comunicó que regresaban el dictamen a comisión. Creían que podían mantener en pie los 144 respaldos cosechados durante la votación en general. Se equivocaron. Todo volvió a cero en el Congreso y el Gobierno recién reinició la negociación esta semana, con el borrador de un nuevo proyecto de ley ómnibus. El texto suma una serie de cambios que había planteado la oposición.

Según explican en Balcarce 50 quieren evitar que se repita la serie de errores cometidos en la negociación anterior, donde hubo interlocutores superpuestos, respuestas contradictorias y una previsible crisis de credibilidad del otro lado del mostrador, especialmente de parte de aquellos que fueron testigos de una impericia y una soberbia exasperantes.

«Si ellos creen que pueden llevarse puesto al gobierno de nuevo, nos vamos a poner intransigentes, porque Milei está dispuesto a seguir ajustando», advirtió otro funcionario con despacho en Casa de Gobierno. No habla del cachetazo del Senado sino de la caída de la versión anterior de la ley ómnibus, que fue vivida cerca del presidente como un atentado a su continuidad. De ahí la demonización de los gobernadores y de quienes no acompañaron esa accidentada negociación.

Ahora admiten que deberán suavizar la virulencia porque se duplicaron los frentes. Las buenas predisposiciones que podrían surgir de las provincias para aceitar la nueva versión de la ley, que sigue en estado de borrador, corren el riesgo de esfumarse si no hay gestos conciliadores y abrir la ventana del infierno más temido: que el DNU caiga por completo en el recinto que preside Martín Menem. «Si llegamos a eso, Javier va a mandar nuevos decretos, pero uno por cada tema y vamos a ver si se lo rechazan», acotó la fuente en tono desafiante.

Así es como seguirá el sendero a partir de este lunes, entre el estado de sospecha sobre los gobernadores, los intentos por desmalezar esos vínculos políticos inestables y las persuasiones del Ejecutivo con los bloques que fueron dadores de cuórum en el round anterior.

El rechazo del DNU en el Senado insumió más de 8 horas de sesión el jueves. Dejó en segundo plano el naufragio en Diputados de la sesión que el bloque Hacemos Coalición Federal (HCF) había intentado realizar el miércoles para votar un emplazamiento y acelerar el cambio de la fórmula de movilidad jubilatoria.

Con respaldo de un puñado de radicales y de la mayoría de Unión por la Patria estuvieron a diez bancas de llegar al cuórum. Los presentes sesionaron en minoría y en el transcurso llegaron a juntar 126 diputados. Tres menos que el cuórum necesario para sesionar. Los que se sumaron, como el panperonismo, querían agregar otros puntos al temario e incluso debatir una declaración de emergencia en seguridad para Santa Fe que había impulsado el radicalismo.

Para este martes hay otro pedido de sesión especial, también impulsado por HCF, para impulsar la continuidad del Fondo Nacional de Incentivo Docente  que Milei dejó sin recursos a partir del 1° de enero. Esta vez no habrán inclemencias climáticas que compliquen viajes y se espera que la postergada demostración de fuerzas opositoras se concrete y vuelva a reunir a dialoguistas con UxP para demostrar que, si las cosas se complican, podrían sesionar sin las 37 voluntades de La Libertad Avanza y las 40 del PRO.

Si el martes se concreta, también asomará el germen de la aritmética que podría demoler el DNU 70/23 en la Cámara Baja.

Nicolás Massot, una de las espadas más importantes de HCF, demostró este sábado que en esta nueva contienda no hay nada lineal. Ni los gobernadores podrían repetir en Diputados el rechazo que promovieron en el Senado contra el DNU. Podría pasar lo mismo con el bloque que conduce Miguel Pichetto.

«No voy a rechazar el DNU. Debemos aprobarlo por ley. Creo que el decreto fue una herramienta equivocada para reformas tan relevantes, pero no podemos interrumpir la vigencia de algunas medidas importantes que volverían a afectar la vida diaria de la gente», escribió Massot desde su cuenta de Twitter.

El extitular del bloque del PRO entre 2015 y 2019 anticipó una jugada, pero también marcó otro contorno de la negociación, porque ese espacio ahora le insistirá al Gobierno que mande nuevos proyectos de ley con los temas más importantes del DNU, especialmente para abrir un paraguas ante la creciente posibilidad de que en el recinto de Diputados se le dispare el tiro de gracia al decreto.

Massot forma parte de la Comisión Bicameral Permanente de Trámite Legislativo, que recién concretó su tercera reunión. El rechazo del Senado sucedió antes de un posible dictamen de esa instancia porque arrancó con los plazos vencidos.

El diputado de HCF ya había anticipado que el DNU iba a caer y le recomendó al Gobierno mandar proyectos de ley. Hace una semana viajó a Córdoba y se reunió con el exgobernador Juan Schiaretti. Fue en el marco de las conversaciones que lleva adelante el excandidato presidencial ahora que está en el despoder. Podría volver a la cancha el año que viene, pero en su entorno niegan que el gringo quiera regresar a la Cámara de Diputados. Los exmacristas que están en HCF tienen cada vez más coincidencias con Schiaretti y piensan en las elecciones de medio término que traerá el 2025.

Hay indicios de esas intersecciones. El jueves pasado, la senadora cordobesa Alejandra Vigo, consorte del Gringo, fue una de las cuatro abstenciones del DNU. Pareció una demostración de las voces sibilinas de la Casa Rosada que sonaron en los oidos de los gobernadores. En este caso habría accionado el gobernador Martín Llaryora, que será el anfitrión del pacto que propuso Milei el 25 de mayo si le votan la nueva ley ómnibus. También está Schiaretti detrás de esa abstención.

Ahora en Diputados podría nacer otra coincidencia porque si el Gobierno no envía proyectos de ley para sostener aspectos del DNU, Massot podría hacer en Diputados lo mismo que hizo Vigo en el Senado y abstenerse. Este sábado escribió que no va a rechazar el DNU, pero la negociación está abierta.

La idea de transformar en ley los principales temas del DNU es impulsada por la UCR desde hace rato. Tanto el diputado Martín Tetaz como la senadora Carolina Losada presentaron proyectos espejo del decreto. Lo ratificaron este viernes en la reunión que tuvieron las autoridades del bloque con Francos en la Casa Rosada. El ministro les habría anticipado que enviarán la ley ómnibus corta y un paquete fiscal que incluirá, como contó Tiempo el domingo pasado, blanqueo, moratoria y el regreso de la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias.

En la Rosada tienen un poroteo al respecto. Saben que los mandatarios patagónicos se oponen, al igual que Llaryora y el bonaerense Axel Kicillof. Sin embargo aseguran que los norteños aceptan al igual que el mendocino radical Alfredo Cornejo. El Gobierno buscará capitalizar esas diferencias e insistirá con los cambios en Ganancias como la única forma de ampliarles la coparticipación.

Ahí late otra diferencia muy sensible que le afecta el bolsillo a todos los gobernadores. En la Rosada también confiaron que el titular del bloque, Rodrigo de Loredo, pidió que no incluyan el cambio de la movilidad jubilatoria en el nuevo proyecto de ley ómnibus. Prefieren un proyecto aparte, que se trate en la Comisión de Previsión y Seguridad Social. Tiene su lógica: negociaron quedarse con la presidencia de ese organismo a cambio de no darle cuórum a la sesión especial que naufragó. Esta semana harán lo mismo.

Aún así, dentro del radicalismo se agudizaron las diferencias desde el jueves, ante la votación dividida con el DNU. Martín Lousteau, titular del partido y senador porteño, votó en contra junto a otros dos. Al día siguiente del cimbronazo, cuatro de los cinco gobernadores radicales junto a las autoridades parlamentarias salieron a respaldar el DNU. No puso el gancho el santafesino Maximiliano Pullaro en respaldo a Lousteau y como anticipo del nuevo cisma que se cocina dentro del radicalismo.

El encuentro de Francos con los radicales fue el segundo del viernes. El primero fue con Cristian Ritondo, titular del bloque del PRO, que seguirán acercándose a La Libertad Avanza. El partido amarillo tiene otra agenda esta semana. Habrá elecciones de nuevo presidente y Mauricio Macri tiene todos los porotos para quedarse al mando, pero en un pacto de convivencia con la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, ahora inmersa en la crisis que azota Rosario, pero cada vez más empoderada por Milei.

Desde el llamado del pacto de Mayo, el papel del expresidente parece desdibujarse, pero sus acciones podrían repuntar de acuerdo a la debilidad de Milei en las negociaciones que se vienen.

Este lunes Francos recibirá Pichetto, posiblemente acompañado por Massot, Emilio Monzó y Florencio Randazzo. Escuchará sus sugerencias, pero frente al Patio de las Palmeras sostienen que es un espacio de 23 voluntades muy distintas que no logran ordenarse entre sí. Pichetto ya estuvo hace 10 días. Fue a escuchar y conocer detalles del nuevo proyecto de ley ómnibus.

Ahora podría plantear alternativas y advertirle al ministro que las consecuencias podrían ser dramáticas si desaprovechan esta segunda oportunidad y no corrigen su estrategia parlamentaria.

El mensaje también corre para Milei y Villarruel, empeñados desde el jueves en bajarle el tono a la disputa abierta que no pueden contener. Las diferencias van más allá del Senado y el DNU. Por ahora no hay una reunión oficial prevista. «Si sucede no nos vamos a enterar», vaticinaron cerca de la vicepresidenta.

Claudio Mardones – Tiempo Argentino

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