Países catalizan nuevos planes para responder a futuras crisis alimentarias

Los conflictos, las conmociones económicas, los desastres naturales, el desorbitado aumento de los precios de los fertilizantes y los alimentos se combinaron en 2022 para originar una crisis mundial de seguridad alimentaria y nutricional sin precedentes, cuyos mayores costos suelen recaer sobre las personas más pobres.

En 2023, todas las señales apuntan a un deterioro aún mayor de la inseguridad alimentaria, tanto en los niveles agudos como crónicos. Según la actualización de mediados de año del Informe mundial sobre las crisis alimentarias 2022 (i), la cantidad de personas en crisis o una situación peor (fase 3 de la IPC/CH o superior) o equivalente —es decir, el número de personas que requieren asistencia humanitaria urgente— alcanzará los 205 millones en los 45 países y territorios incluidos en el informe. Es necesario adoptar medidas urgentes para salvaguardar las vidas y los medios de subsistencia y evitar el retroceso de los avances logrados con mucho esfuerzo en el ámbito del desarrollo. Cuando ocurren crisis de este tipo, el tiempo es esencial. Cuanto más se tarde una respuesta, más grave será la crisis y las vulnerabilidades se intensifican y prolongan, mermando la resiliencia para hacer frente a conmociones futuras. Por lo tanto, es crítico tener un plan de preparación para crisis, es decir, los conocimientos y las capacidades para anticipar, responder y recuperarse con eficacia de los impactos de las grandes conmociones.

Con el fin de promover una mayor preparación frente a las principales crisis de seguridad alimentaria y nutricional, el Banco Mundial, como parte de la Alianza Mundial para la Seguridad Alimentaria (i) (GAFS) y en estrecha colaboración con la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias (GNAFC), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la coordinadora de las Naciones Unidas para la prevención de hambrunas y la respuesta ante ellas, está apoyando a los países en la elaboración y puesta en marcha de los planes de preparación para crisis de seguridad alimentaria (PPCSA). El PPCSA es un plan operativo nacional en el que se definen los elementos que constituyen una crisis de seguridad alimentaria y nutricional grave en un país. En el plan se explica cómo se monitorean e identifican activamente los riesgos de crisis, y se detallan paso a paso los protocolos, las funciones y los plazos para movilizar financiamiento adicional y ampliar las medidas tempranas.

¿Qué es el Plan de Preparación para Crisis de Seguridad Alimentaria?

Cada PPCSA nacional reúne elementos de preparación para crisis fragmentados en un marco operativo coherente con el objetivo de facilitar el reconocimiento sistemático de una crisis emergente. Una vez reconocida una crisis, los PPCSA impulsarán la acción conjunta temprana y oportuna de los Gobiernos y las entidades humanitarias y de desarrollo, de modo de prevenir y mitigar los impactos de las crisis. Las acciones se basan en las fortalezas de los más de 60 asociados humanitarios y de desarrollo multilaterales y bilaterales de la GAFS y el Panel Global de Seguridad Alimentaria y Nutricional (i), así como la GNAFC. El PPCSA se rige por siete principios básicos:

1. Elaborado y dirigido por el Gobierno
Siempre que sea posible, el Gobierno debe ser el actor principal de la elaboración y gestión del PPCSA, a través de todas las instituciones y los organismos nacionales y locales pertinentes. En contextos en los que el Gobierno tenga una capacidad operativa limitada, estas funciones deben estar respaldadas por la comunidad internacional y las responsabilidades se deben distribuir entre las entidades humanitarias y de desarrollo hasta que se fortalezca el Gobierno.

2. Centrado en crisis de seguridad alimentaria y nutricional graves
En un año dado, un país puede enfrentar numerosas perturbaciones que afecten la seguridad alimentaria y nutricional; algunas de ellas pueden tener impactos localizados y limitados, mientras que otras pueden conducir a impactos generalizados y graves para muchas personas de todo el país. El PPCSA se centra en estas últimas perturbaciones que van más allá de los problemas crónicos existentes, los exacerban y pueden llegar a provocar una crisis de seguridad alimentaria y nutricional grave. En caso de que se produzcan crisis de esta envergadura, es fundamental movilizar las respuestas a través de todos los canales de apoyo, incluidos los Gobiernos, las entidades humanitarias y los asociados en la tarea del desarrollo.

3. Basado en evidencias
El PPCSA debe basarse en información y datos rigurosos, adecuadamente examinados y oportunos sobre seguridad alimentaria y nutricional provenientes de una amplia variedad de fuentes, para proporcionar una visión integral de los riesgos principales y emergentes.

4. Previamente estipulado, operativo y oportuno
El PPCSA no es solo un conjunto de actividades de monitoreo de riesgos; exige que se establezcan tres elementos operativos interrelacionados, y estos incluyen mecanismos operativos y protocolos para:

hacer un seguimiento permanente e identificar sin demora las principales crisis de seguridad alimentaria y nutricional;
convocar a los responsables de los programas del Gobierno, las entidades humanitarias y los asociados para el desarrollo con el fin de evaluar los riesgos de crisis emergentes y ampliar las medidas tempranas según sea necesario, y
convocar a los funcionarios de alto rango e instarlos a reconocer colectivamente la crisis, subsanar los déficits operativos y de financiamiento, y promover respuestas holísticas y bien coordinadas en todo el Gobierno y con las entidades humanitarias y de desarrollo asociadas.
5. Holístico
Si se identifica una crisis de gran magnitud, las actividades deben ampliarse rápidamente y coordinarse entre todas las entidades gubernamentales, humanitarias y de desarrollo asociadas, aprovechando las ventajas comparativas de todos los asociados para proteger las vidas y los medios de subsistencia de las personas y generar resiliencia ante conmociones futuras.

6. Se respeta el principio de “no hacer daño”
En el FCSPP se deben tener muy en cuenta los contextos nacionales y locales, y examinarse la forma en que las respuestas pueden incidir en las dinámicas económicas, políticas y sociales existentes, y cómo pueden afectar especialmente a los más vulnerables.

7. Un documento dinámico
La preparación para hacer frente a las crisis es una actividad continua que requiere un mantenimiento y una inversión constantes, de modo que los mecanismos operativos estén actualizados y puedan activarse rápidamente. Por lo tanto, el PPCSA es un documento dinámico que debe revisarse y actualizarse de manera periódica para garantizar que siga siendo adecuado para este fin.

F. Banco Mundial

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