Esta juventud perdida…, por Myriam Duarte

Desde que comencé a trabajar ligada a los medios de comunicación (a partir del trabajo en TICs, y la incorporación a Oberá en Cortos y a la Red de Radios Escolares y Comunitarias) uno de los temas centrales de preocupación, y de evidente necesidad de abordaje en materia de capacitación, era la forma en que aparecían representados los jóvenes en los medios de comunicación.

Ligados siempre a conflictos mediados o “resueltos” con violencia, consumo de sustancias tóxicas, y comisión de delitos, eran la única representaciòn social y simbólica atribuida a los jóvenes e incluso a los niños.

Ya desde entonces conjuntamente con el INADI con su entonces referente provincial, Mariano Anton, hablábamos de los prejuicios instalados desde los medios de comunicación, y lo poco que se publicaban las noticias (que por lo tanto ya no lo eran) constructivas y positivas acerca del rol de los adolescentes en la comunidad.

De hecho uno de los lugares comunes cuando se intenta abordar, desde la total ignorancia de la problemática de la inseguridad, es la baja de la edad de imputabilidad, desconociendo que la proporción de delitos cometidos por menores de edad es muy mínima (en todo el mundo no supera en ningún caso el 10%, y en nuestro país ronda el 4 -5%) y de esos delitos, los que pueden considerarse graves (los que afectan la integridad física o la vida de otra persona) replican, aproximadamente, esos mismos porcentajes.

Pensaba ayer, luego de ver un cúmulo de estudiantes acompañados de algunos adultos, enfrente de un establecimiento escolar, que seguramente se trataría de alguna propuesta artística de las que suelen tener lugar en esa institución, Hasta que comencé a recibir mensajes…

Los jóvenes de hoy en día ya no leen.

No como nosotros, porque en mi época…. escucho quejarse cotidianamente a adultos que lo máximo que leen es el zócalo que les imponen los medios de comunicación en la pantalla.

A los jóvenes no hay cómo motivarles, no les interesa nada, todo les da igual… escucho quejarse a docentes, y recuerdo encontrarme en el baño de un cine, donde en ese momento se exhibía la película Argentina 1985.

Emocionada hasta las lágrimas de escuchar a unas adolescentes de estas maleducadas a las que no les importa nada, hablando por teléfono con alguien (por el tipo de diálogo hablaban con pares) diciendo: estamos acá en el cine aprendiendo algo de historia, porque nosotras de esto no sabíamos nada.

Y así fue como estas maleducadas sopapearon mi adultez. Y pasé inmediatamente a la tristeza y la angustia de preguntarme por qué elegimos hacer las cosas tan mal.

Por qué seguimos eligiendo negar la historia, en lugar de aprender y construir sobre ella una sociedad cada vez mejor, proyectando aspectos crecientes y sin volver, estúpidamente, a cometer los mismos errores una y otra vez.

Si adolescentes de hoy tienen que aprender historia argentina en un cine (pensando en la proporción de adolescentes que van por iniciativa propia al cine, dato que también me conmueve) estamos diciendo que un sistema educativo, cuyo rol es la continuidad de la cultura (de la que somos parte) se escinde del rol que le compete y lo deslinda a los medios audiovisuales.

Ah pero a los chicos no los podés sacar de las pantallas. No escuchan, no leen, no se involucran…

¿Qué deberían escuchar? ¿Qué leemos y sugerimos como lectura nosotros? ¿En qué nos comprometemos y nos involucramos nosotros?

Porque hay dos cuestiones elementales: es fácil demandarle a otras personas algo que nosotros no somos capaces de hacer.

Y lo más importante: ¿de dónde van a sacar los chicos el hábito de la lectura, de la escucha respetuosa y la participación comprometida, si los descalificamos todos los días, si la única escucha que nos interesa es la escucha pasiva y obediente, y si tenemos, como adultos, el atrevimiento de subestimar la capacidad de organizarse y reclamar sus derechos de esos jóvenes que tanto denostamos?

Qué compromiso les pedimos que nos exceda a nosotros? si no les importa nada, ¿cómo se atreven a cuestionarnos a nosotros que somos el modelo de la lectura, el diálogo constructivo y el compromiso con valores colectivos? ¿Cómo se atreven a enrostrarnos nuestra tibieza, nuestra falta de compromiso, nuestra intolerancia al diálogo democrático? estos maleducados a los que no les importa nada…

Gracias chicos, gracias por mantener viva la historia. Así de importante es que los jóvenes sigan haciendo lo que mejor saben hacer: mostrarnos el camino.

Porque lo que a los adultos nos cuesta reconocer es que nuestro camino quedó atrás. Y si para algo sirve es para no repetir ciertas historias dolorosas.

Pero necesitamos seguir caminando hacia adelante, en un sendero nuevo, que ya no lo hacemos nosotros. lo hacen los que ya hoy deciden tomar la historia en sus manos.

Cuánto tenemos, al final, para aprender de ellos. Gracias por el ejemplo!!

Y como dijo el papa Francisco: hagan lío!! Porque ese es el combustible del motor de la historia(Aunque seguramente no van a leer esto porque no les importa nada…)

PD: Los chicos “hacen lío” porque reclaman TENER CLASES. (para los que ya los están tildando de vagos y otras delicadezas por el estilo)

Myriam Duarte

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