Impresiona comprobar como una misma ola atraviesa, al menos en Occidente, de Europa a toda América. Ola de hastío, agotamiento y saturación ante la política y, según dónde, ante los medios.
La deuda pública se presenta como un hecho consumado. En el año electoral que se avecina, y pese al alto voltaje que seguramente tomará la discusión política, nada parece indicar que la cuestión sea abordada