Con monopolios no hay libertad, por Myriam Duarte

Convive una serie de elementos en el problema del transporte público en el área metropolitana de Posadas y Oberá. 

Así es: la forma de garantizar que el sistema capitalista NO funcione como lo dictan sus propias normas internas, es a través de los monopolios.

Que no solamente garantizan el incumplimiento de responsabilidades, sino que condicionan a los estados incluidos sus ciudadanos.

Y hay otros factores intrínsecos del capitalismo que quedan en evidencia.

Por un lado, la rentabilidad, concepto que vincula los ingresos al “sistema” (visto como caja negra) y los emergentes del mismo, con la mayor tasa de ganancia posible.

Así, para que un empresario sea “exitoso”, no se requiere seriedad, responsabilidad y compromiso, sino que obtenga beneficios mucho superiores, sin importar las decisiones éticas que ello implique.

Si esto incluye trabajadores semiesclavos, o no cumplir obligaciones impositivas ni previsionales, que así sea. Esto hablando del empresario que invierte sus recursos para obtener una tasa de rentabilidad.

Pero lo peor es que hay otros (muchos), que han llegado a ser muy grandes gracias a subsidios y préstamos del Estado, que jamás pagaron. Hacen su gran tasa de ganancia, la fugan, evaden. De esos, un montón.

En Misiones tenemos ejemplos empezando por don Rudecindo Roca, esos señores tan circunspectos que sin embargo no tenían prurito alguno en ir por el mundo apropiándose de lo ajeno.

Ese señor construyó (bah, ponele… trabajo esclavo también como en “sus” ingenios) la que hoy es la casa de gobierno de nuestra provincia, con fondos estatales que no devolvió, y después la vendió a precios exorbitantes (porque la vendió varias veces) incluso al propio Estado.

Y la competitividad, que además del análisis egresos/ ingresos, involucra análisis comparativos con otras empresas del sector. Ya no se trata de obtener la mayor rentabilidad posible, sino que además importa sacar la mayor ventaja comparativa en relación a los competidores…

Esto podría ir de la mano de mejores precios o servicios, para ganar clientes? Sí, podría ser una herramienta. pero el problema es que la mano invisible de don estado, no es capaz de sopesar la importancia sustancial de sus propias normas.

La competencia entre empresas no se da para mejorar la oferta o las condiciones, sino por imponer las peores condiciones posibles, tanto a clientes como a trabajadores, y de todas maneras mantener cautivo al Estado.

Y si sostener un producto o servicio por debajo del costo por el tiempo necesario para eliminar competidores, conlleva explotación laboral (por sobrecarga de horarios, por bajos salarios, o ambos…), incumplimiento de obligaciones fiscales y previsionales, materiales y materias primas de baja o dudosa calidad, transgresión a normas de seguridad e higiene, etc. pues se hará.

Sin competencia no hay capitalismo. Con monopolios no hay libertad ni de mercado, ni de comercio, ni de elegir un medicamento, o lo que sea.

Es indispensable sostener la competencia, que hoy es una entelequia.

El mercado es hoy el reino de los monopolios. Y aquí es donde se entiende que capitalismo y mercados no son sinónimos, aunque ciertos discursos, para nada inocentes, nos hayan convencido de lo contrario.

Los promotores del libre mercado no hablan de los condicionantes de los poderosos sobre los más pequeños, sean personas, empresas o países (como los africanos, ex colonias europeas, cuyas monedas hoy son acuñadas en Europa. y cuyos recursos deben venderse obligatoriamente a esos países “ex coloniales”, a los precios que el comprador establezca).

No cuentan que el libre mercado del que hablan es la libertad del más poderoso para aplastar al pequeño sin ser cuestionado.

Así, cuando atacan al Estado lo hacen porque se saben en falta a una gran gama de normas éticas, humanitarias y económicas. Por eso buscan (y lo han hecho siempre, desde el feudalismo para acá) facilitar a amigos o empleados el acceso a cargos públicos, y cuando no les queda otra se exponen ellos mismos en alguna lista.

No les interesa el cargo político en sí, y la política menos aún.

Lo que importa es la garantía de impunidad, de acceder a fondos del estado para jugarnos sucio a todos los ciudadanos que aportamos recursos para que sus empresas sean más competitivas, y para evadir controles con mecanismo llenos de bajezas e indignidades sin las cuales no subsisten.

¿El problema es el Estado? NO!! el problema es un estado débil ante los monopolios.

Necesitamos estados sólidos que puedan poner y controlar condiciones de funcionamiento de sus propios sistemas económicos. Necesitamos que los señores feudales entiendan que hubo una revolución burguesa.

Y necesitamos entender nosotros también, que lo que hubo fue una revolución burguesa, y que como tal funciona, en una puja mimética entre esos dos sectores, en cuya ecuación somos un costo indeseable pero necesario.

Cualquier monopolio es una baja de la calidad de un capitalismo, pero también es una baja en la calidad de la democracia. Ejemplo cotidiano de ello, es el uso diferencial que hacen los empresarios del transporte, de sus trabajadores como carne de cañón para seguir obteniendo recursos del Estado sin cumplir una sola condición.

El éxito se basa en imponer las tarifas y también las condiciones, donde debería haber acuerdo de partes entre demanda y oferta.

Por primera vez en mucho tiempo, este paro de transporte tiene tintes democráticos: trabajadores que se organizan y dejan de cumplir sus obligaciones, porque también se les imponen condiciones inaceptables e indignas.

Son monopolios. si no aceptás, te vas. Y dónde vas a buscar trabajo si, justamente, hay un monopolio?? en Oberá hemos conocido de primera mano los aprietes de los empresarios a los trabajadores, despidiendolos sin indemnización y bajo amenaza: si hacés “kilombo” (juicio) nos vamos a ocupar de que nunca más consigas trabajo en Oberá. Poder despótico el de burgueses ejerciendo de señores feudales!!

Así que aunque nos traiga inconvenientes a los ciudadanos la falta de transporte, celebro que después de tanto tiempo, los trabajadores hayan salido del rol impuesto de rehenes de la patronal, y se hayan jugado a hacer lo mismo, pero en defensa de sus derechos.

Derechos laborales que no se ganaron de otra manera: con activismo trabajador, y decisiones políticas desde un estado fuerte.

Derechos laborales que quienes hablan impunemente de libertad pretenden destruir… garantía explícita de fortalecimiento de monopolios, de eliminación de todo contralor, y de todas las libertades, inclusive la de mercado.

Nuevamente, es la política el motor de la historia. La defensa de derechos como ejercicio de ciudadanía, es trascendental tanto en estudiantes como en población afectada por políticas previsionales.

Así es como los trabajadores siguen moviendo la rueda de la historia en el mundo entero.

Si las empresas monopólicas no pueden subsistir sin los subsidios del estado, pues no son empresas, son áreas del estado gerenciadas de manera privada.

La garantía de derechos que debe primar hoy es la de una sociedad rehén: trabajadores y usuarios. Allí es donde debe fortalecerse el Estado.

Democracia no es votar, Democracia es Elegir.

Myriam Duarte

Misiones Plural

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