Los argentinos y el eterno retorno al purgatorio, por Fernando Oz

Leí por ahí una encuesta que indicaba que la cantidad de lomovírgenes (lo acabo de incorporar al castellano) decepcionados con Javier Milei ya puede llenar varios conciertos de la espléndida Taylor Swift, o como se llame.

Parece que el ríspido camino hacia una economía abierta y competitiva se ha vuelto poco transitable.

Ahora, los argentinos estamos empantanados en la tierra de nadie, que se estira entre la caótica economía cerrada a la que nadie quisiera volver y el pleno capitalismo de la competencia sin resguardos que muchos comienzan a sufrir y casi todos temen.

El país ya eligió otras veces este camino. Algunas veces a punta de fusil. Pero todavía no sabe si está dispuesto a pasarlo y pagar el costo.

La cultura estatista no se va al amanecer ni un giro de ciento ochenta grados hacia la economía capitalista de los países avanzados nos traerá frutos abundantes e inmediatos. Esto ya tendríamos que haberlo aprendido.

Cuando Carlos Menem y Domingo Cavallo lanzaron la reforma económica se creyó que se había abandonado el infierno inflacionario para entrar de lleno al paraíso del capitalismo desarrollado. No sucedió.

Tampoco ocurrió con Fernando De La Rúa y el siempre presente Cavallo, ni con el gradualismo de Mauricio Macri. Con ninguno de ellos logramos cruzar al otro lado, donde se bebe de las mieles del capitalismo en un gran salón con Odín como testigo.

Ahora, como antes, volvemos a padecernos por el agudo dolor del purgatorio, ese que no habíamos previsto, ni imaginado, pese a que ya habíamos pasado por jardines similares.

Tal vez, un poco de inmadurez y mucho de ignorancia. ¿Qué habría pasado si hubiéramos evaluado con realismo el duro camino que nos esperaba? Algunos no sacaban el pasaje y otros se habrían preparado para la gran travesía.

Preparados o no, el camino es duro. Pero no es lo mismo anotarse en un pentatlón habiéndose preparado escrupulosamente que partir alegremente hacia la carrera después de una fiesta de egresados. Nos entendemos.

Sé que la cuestión es más profunda y que desde hace años, aceleracionismo digital por medio, la sociedad viene concibiendo una visión virtual y utópica de un mundo indoloro e instantáneo, lo que justamente la vida real no tiene, mucho menos el capitalismo y toda la parafernalia de las redes sociales.

Tanto ayer como hoy, nuestro primer pecado es la frivolidad. Tomar la cosa con liviandad.

Estamos muy lejos del paraíso sueco o suizo. La Argentina aún es uno de los menos pobres de los países subdesarrollados y el que tiene la inflación más alta. No podemos soñar siquiera con el paraíso. Lo que podemos hacer es asumir responsablemente el purgatorio hasta que aprendamos a no ser tan obtusos, mezquinos e ignorantes.

Lamento que tengas que golpearte la cabeza contra la pared para darte cuenta de que el capitalismo no es eso que habías soñado. No es un sistema perfecto y ni siquiera bueno.

El ser humano es imperfecto, por lo tanto, produce sistemas imperfectos. ¿O no dicen que nuestra amada democracia es la menos imperfecta de los sistemas conocidos? Y también es cierto que todos los que hemos criticado con justa razón al capitalismo, no hemos logrado reemplazarlo, y los intentos fueron peores.

De momento te recomiendo leer aquel hermoso texto del Génesis que cuenta sobre el sueño de un faraón, el de las siete vacas hermosas y gordas, y otras siete flacas y feas, también había espigas con las mismas características.

Significaban los siete años de abundancia y los siete de escasez. Dios les mostraba lo que iba a ocurrir en Egipto.

Fíjense qué curioso, por el siglo VIII antes de la crucifixión de Jesús, un tal Homero ya narraba sobre las advertencias de los dioses. Lo que quiero decir es que de una u otra manera, los humanos siempre intentamos contarles a los que vienen detrás como se pone el viento de frente.

No creo llegar a verlo, pero tal vez, en el futuro, aparezca un capitalismo tardío que frene el feroz rigor de la competencia para acomodar a todos en una vida agradable y segura.

Pero los argentinos no vivimos en el cielo sueco o suizo, sino en un imprevisto purgatorio de un capitalismo prematuro.

Fernando Oz

Canal 12

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