El gasoducto es mala noticia, por Hugo Muleiro

La prensa opositora apela a todo tipo de manipulaciones para negar u ocultar el avance que representa para el sistema energético argentino, y para la disponibilidad de divisas, la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner.

Mediante el enfoque de la noticia solo como un capítulo más de la interna oficialista y de la campaña electoral, y al dejar para espacios ínfimos la ventaja económica que genera.

“Zigzag energético K”, “hipócrita foto”, “foto forzada”, “gasoducto que demoró años” y otros títulos y frases expresan esta estrategia desplegada sábado, domingo y lunes por Clarín y La Nación.

Estos artículos, además, expresaron amargura por el nombre del ducto, una postura que de inmediato copió Mauricio Macri.

Es un talante político que se inspira en el ADN que expresó el decreto 4161 del 5 de marzo de 1956, cuando la dictadura de Aramburu prohibió nombrar a Juan Domingo Perón y Eva Perón.

El manifiesto desagrado por la obra, su nombre y su inauguración tiene uno de sus capítulos más grotescos el lunes 10 en Clarín, que se queja porque en Saliqueló fue «ignorado olímpicamente» el mérito de las empresas que «lo hicieron posible».

Con estos fines, los títulos de ambos diarios fueron una vez más gemelos, meticulosamente coordinados. Clarín: “Cristina elogió a Massa y ninguneó a Fernández al inaugurar el gasoducto”. La Nación: “Cristina elogió a Massa, ignoró al Presidente y lanzó críticas a los empresarios”.

Pero es bueno mencionar también algunas excepciones muy dignas: Sofía Diamante, en La Nación, con su nota titulada “Un momento bisagra en el sector energético argentino”, y varias de Infobae que incluyeron datos de la obra, el gas que transportará, los pasos del Gobierno para lograrlo y los resultados económicos.

En suma, los datos que el público tiene derecho a conocer.

Hay que reconocer que una publicación medianamente ajustada a la inauguración del gasoducto representaba una inversión brusca para los medios opositores que se hicieron un festival el viernes, cuando con manifiesta impericia el Ministerio de Trabajo, bajo control del massismo, se dejó sorprender por un paro de colectivos que atormentó a millones de personas.

El canal de noticias de Clarín se dio el gusto de hacer una transmisión de dieciséis horas prácticamente ininterrumpidas con el padecimiento real de la población.

Esta vez no necesitó inventar nada, más allá de las dudas que merezcan mensajes llenos de ira de supuestos televidentes, textos en pantalla a las diez de la noche, tres horas después de la superación del conflicto.

Las negociaciones dificultosas con el FMI muestran a Clarín expresando la posición de los sectores más duros y ortodoxos del organismo, con su reclamo reiterado de devaluación, en lo que ya es una rutina en la nota de los viernes de Marcelo Bonelli. Aunque no está solo: entre otros lo acompañó Morales Solá el domingo en La Nación, saboreando el impacto que esa medida puede tener en campaña electoral.

Asimismo, siguen los aprestos para los títulos del lunes 14 de agosto. “Candidato más votado es un espejismo”, publicó el domingo el jefe de redacción de Clarín, Kirschbaum, anticipándose a la posible posición de Massa en las PASO. El diario usó a fondo las declaraciones del falso ingeniero Blumberg, cuando acusó a Milei de vender al massismo puestos en las listas.

Al mismo tiempo, Clarín y La Nación acusaron al gobernador Kicillof de lanzar la “campaña del miedo”, por sus afirmaciones sobre cómo manejaría la derecha la conflictividad social y la previsible resistencia a su política económica.

Pero hay facturas internas: Jacquelin, en La Nación, le reprocha a Elisa Carrió sus advertencias sobre la política represiva que prefiere el macrismo, porque es una “ayuda cambiemita” al kirchnerismo.

La cercanía de las PASO hizo que los conglomerados de medios opositores, artífices absolutos de la instalación y crecimiento de Milei, a quien destinaron gran espacio impreso, radial y televisivo durante meses, cambiaran ahora a una promoción sostenida de las denuncias sobre la venta de candidaturas.

Buscan que su desprestigio beneficie la precandidatura de Bullrich, pese a que más de una vez la Pata anunció alegremente su disposición a hacer acuerdos con el ultraderechista.

La conversión de la inauguración del gasoducto en un hecho desalentador no es el único extremo de la prensa opositora en estos días: se dio tiempo también para hacerle reproches y aprietes a la Corte Suprema, pese a tantos favores recibidos y órdenes cumplidas.

Obvio, es un trabajo de la fuerza de tareas judiciales de Clarín, en una nota que habla de “defección en la obligación de impartir justicia” porque los supremos no ejecutan sentencias contra el gobierno nacional, en especial la disputa con Ciudad de Buenos Aires por la coparticipación federal.

El redactor Savoia dice que los cortesanos frenaron decisiones para que no se las acuse de vendettas contra el oficialismo por el juicio político en Diputados.

La nota pregunta si esa supuesta postura no termina beneficiando al kirchnerismo, un pecado que el poder supremo jamás tolera.

Hugo Muleiro

Esfera Comunicacional

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