Marcelo Villalba, un joven de 26 años miembro de la Comunidad Ka’aguy Ovy, Caraguatay, fue herido al dispararse una armadilla construida con una escopeta de calibre 16 –trampa para animales- cuando caminaba por un trillo.
Se trata de un arma de fabricación casera, comúnmente utilizada para la caza furtiva, que le provocó una fractura expuesta de tibia izquierda.
El hecho sucedió semanas atrás, el 23 de junio, y aunque en su momento el mburuvicha, Cornelio Acosta, realizó la denuncia en la comisaría local, recién ayer, pudo acercarse a hacerlo personalmente el damnificado, teniendo en cuenta la gravedad de las heridas sufridas, el estado anímico en el que quedó y la falta de movilidad para trasladarse.
El joven había ido en busca de alimentos al monte, cuando pisó un hilo tipo pateador que se encontraba escondido; al pisarlo cayó en la trampa y “se dispararon varios perdigones de un arma de fuego tipo escopeta”, calibre 16, que se hallaba aproximadamente a dos metros de la armadilla, especificó en la denuncia.
El joven recordó que perdió mucha sangre y tuvo que fabricarse unas muletas con palos que encontró en el monte para regresar a su casa.
Fue entonces cuando se topó con dos personas -con acento paraguayo-, empleados de Jonathan Stockman, propietario de la trampa. Pese al mal estado en el que se encontraba y haberles pedido ayuda para volver, los hombres se negaron y dieron aviso a su patrón, además le advirtieron que se fuera si quería preservar su vida.
“Momentos más tarde, el señor Stockman se dirige hacia donde estaba mi yerno y le dice que le iba a disparar, apuntándole pero sin efectuar el disparo. Luego de esto lo dejan abandonado en mal estado por causa de la herida de la armadilla, llegando a su casa a las 4 de la mañana del siguiente día”, consta en la denuncia del mburuvicha.
Con ayuda de sus familiares, el joven mbya llegó hasta el hospital de Puerto Rico y luego fue derivado al Samic de Eldorado, donde constataron la fractura a causa de la armadilla. Aunque no le costó la vida, su recuperación llevará hasta seis meses.
¿Qué hubiera sucedido si era un niño quien pisaba la trampa? ¿Estaría vivo?
Surgen estos interrogantes ante una situación indignante, de extremo peligro, y sobre todo teniendo en cuenta que los responsables aseguraron que “todo el monte está lleno de armadillas”, a modo de amenaza, por lo que esto puede volver a ocurrir, y el final puede ser trágico. Además, este tipo de arma está prohibida.
En cuanto al joven, desde su Comunidad afirmaron que “está muy asustado, quiere sanar y vivir tranquilo con su familia”.
La policía se acercó hasta el lugar para marcar el lugar donde fue puesta la trampa, pero no encontraron nada. En el lugar quedó solamente una bota del malherido y una bolsa vacía.
De hecho, al momento del accidente llevaba un machete que no pudieron encontrar, por lo que presumiblemente se lo llevaron estas personas.
“Fuimos con la policía para ver, después de unos días. Marcelo no pudo ir, entonces yo le dije a la policía que los iba a acompañar. El machete de él no lo encontramos, fuimos a buscarlo pero no estaba más”, cerró el mburuvicha.
EMiPA
Equipo Misiones de Pastoral Aborigen
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