Desde el golpe de Estado a Biden y su reemplazo como candidato presidencial por Kamala, ésta subió enormemente en las encuestas.
Pese a la euforia en la Convención Demócrata en Chicago, Kamala exhibe fuertes obstáculos a sortear que han causado polémica, que van desde el ‘Bidenomics’ pasando por la inflación alimentaria hasta su agenda verde.
En forma mágica, Kamala Harris ha pasado de ser la vicepresidenta más impopular en la historia moderna de EEUU —a grado tal de haberse retirado en las anteriores primarias del Partido Demócrata hace cuatro años— a una superestrella que ha puesto al expresidente Trump contra las cuerdas.
Hoy la mayoría del promedio de las encuestadoras de EEUU colocan en empate técnico a Kamala y al expresidente Trump, cuya batalla será muy reñida y se definirá aparentemente en los llamados swing states (Estados volátiles) que van desde los estados alrededor de los grandes lagos —Wisconsin, Minnesota, Illinois, Pensilvania y Ohio— hasta los estados de la franja solar, que son Arizona, Nuevo México, Nevada y Georgia.
A mi juicio, la impactación de los respectivos programas de los candidatos —además de raza y género— definirán el triunfo en los swing states, donde respectivamente prevalecerá el voto de los trabajadores de «cuello azul» y el voto de los latinos, en particular, de los mexicanos.
Es evidente que ambos candidatos exhiben profundas vulnerabilidades y ostentan dos cosmogonías antagónicas de un país, más que polarizado, genuinamente fracturado, donde hoy imperan las fuerzas centrifugas por encima de las fuerzas centrípetas.
Más allá de la apoteosis de la candidatura de Kamala en la Convención Nacional Demócrata en Chicago, feudo de Obama —su verdadero padrino—, la todavía hoy vicepresidenta tiene obstáculos económicos muy poderosos a sortear cuando el Bidenomics está haciendo agua en EEUU.
No haré leña del árbol caído de la política migratoria de Kamala que fue un verdadero desastre y que, naturalmente, Trump ha explotado hasta las últimas consecuencias supremacistas y racistas, lo cual tendrá mayor eco en los swing states de la franja solar, frente a los swing states de alrededor de los grandes lagos, donde predominan los «cuellos azules» que sufren las consecuencias de la incoercible “inflación alimentaria”.
Justamente, a un día del cierre de la entusiasta Convención Demócrata en Chicago, no le favorece para nada a Kamala la revisión de las cifras oficiales muy manoseadas del desempleo.
La fuerza innegable de Kamala radica en el voto femenino y su agenda de «libertad de la reproducción» que comprende el derecho al aborto. Aquí, quizá, Trump se precipitó al seleccionar a un hombre en lugar de una mujer como su acompañante en la candidatura a la vicepresidencia cuando se corre el riesgo de una «guerra de géneros», no se diga una «guerra de clases».
Los trucos de los economistas, pertenecientes a cualquiera de los dos candidatos, han sido expuestos con la manipulación de la definición de la inflación.
El Bidenomics y sus panegiristas festejan que disminuyó artificialmente la inflación básica —que mide los precios, con excepción de los alimentos y la energía, es decir, ¡los constitutivos del 49%!—, mientras que los epígonos de Trump ponen en relieve la inflación alimentaria que mide específicamente la inflación de los alimentos que se ha disparado a la estratósfera, sin contar la inflación de los energéticos que se puede incrementar aún más en un caso de guerra regional entre Irán e Israel.
Trump no tardó en explotar la «revisión» del sensible desempleo en EEUU que revela el «ocultamiento de la pareja Biden-Harris».
Llama la atención que partidarios acérrimos financieristas de Kamala, desde el Financial Times hasta Wall Street Journal, hayan criticado acerbamente su etéreo programa económico del pasado viernes 16 de agosto, el Kamalanomics: desde la inalcanzable cifra de construir tres millones de viviendas durante su hipotético cuan inverosímil mandato, hasta el alza del 21 al 28% de los impuestos a las empresas que «en última instancia serian pagados por los trabajadores».
Es notable que la propuesta de Kamala, de poner un tope a los precios de fármacos y alimentos —que el portal Breitbart afín a Trump tildó de «comunismo»—, haya puesto a la defensiva al rotativo New York Times, muy vinculado al megaespeculador George Soros, al diluir que el Kamalanomics no significa un «control gubernamental(¡mega-sic!) de precios».
Falta aún mucho por ver en los restantes 75 días cuando los estrategas de ambos partidos operarán sus jugadas letales.
Por lo pronto,se perfilan revires del equipo Trump un día después del cierre de la Convención Demócrata, entre los cuales se insinúa la presunta adhesión de Robert Kennedy Jr. a su candidatura.
Alfredo Jalife-Rahme
Sputnik Mundo
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