La madre de Arshak Karhanyan renueva el reclamo a cuatro años de la desaparición de su hijo

Vardush “Rosita” Datyvian, la madre del policía porteño Arshak Karhanyan, advirtió que “ya pasaron cuatro años” de la desaparición de su hijo, afirmó que desde esa fuerza “nunca llamaron” para colaborar en su búsqueda.

Reiteró también que no está “conforme” con el avance de la causa, en la semana en la que se cumple un nuevo aniversario del hecho.

“Ya pasaron cuatro años, ¿alguien sabe qué vamos a encontrar?’, se preguntó Rosita, con su claro acento armenio, en una entrevista con Télam, a la hora de renovar el reclamo por el avance de la causa que investiga la desaparición de su hijo, ocurrida el 24 de febrero de 2019.

Desde agosto de 2022, la Secretaría de Derechos Humanos representa como querellante a la familia y presentó en octubre pasado un pedido para que todos los juzgados y fiscalías de la ciudad de Buenos Aires y del territorio bonaerense informen si tienen casos de NN que hayan desaparecido después de Karhanyan, para realizar un cotejo con el perfil genético del joven.

Ya se recibieron más de 50 respuestas y se aguarda que Gendarmería presente un plan de trabajo para iniciar las comparaciones.

“Yo quiero buscar a Arshak nada más”, afirmó Rosita, que mantiene su reproche hacia los los agentes compañeros de su hijo en la Policía de la Ciudad: “Nunca vinieron, nunca tocaron timbre, nunca llamaron, nada”.

En esa línea, la legisladora porteña del Frente de Todos (FdT) Victoria Montenegro, quien sigue la causa desde sus inicios, reiteró en diálogo con esta agencia que fueron “agentes de la propia Policía de la Ciudad los que desaparecieron a Arshak” y señaló que en este caso “no hubo un mínimo espíritu de compañerismo ni camaradería”.

La última persona que tuvo contacto con Karhanyan el día de su desaparición fue el agente Leonel Herba, quien había sido su compañero en la división Exposiciones antes de que el joven fuera asignado a la comisaría 7B de Caballito.

Según consta en la causa y en las imágenes de las cámaras de seguridad de la zona, ambos agentes dialogaron alrededor de unos 40 minutos en la vereda del departamento en el que vivía Karhanyan, sobre avenida Directorio al 900, en Caballito.

Con respecto a Herba, Rosita comentó que en una primera etapa no se “animaba” a tener contacto con él porque le tenía “miedo”, pero que hoy sí quisiera hacerlo para pedirle que “cuente lo que sabe”.

Luego de la conversación entre ambos agentes, Karhanyan subió a su departamento, tomó su tarjeta de débito y el arma reglamentaria y se dirigió a una sucursal de la cadena Easy para comprar una pala de punta.

“Hubo un pedido de preservar filmaciones que se hallaran a 500 metros a la redonda del Easy. Se resguardaron las cámaras del 23 de febrero, pero del día 24, casi nada”, reclamó el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti, en declaraciones a Télam.

Entre otras irregularidades, el funcionario manifestó que tampoco “se dieron órdenes de resguardar las imágenes de cuál fue el camino de Herba” para saber a dónde se dirigió después del encuentro con Karhanyan.

En relación a la investigación, Rosita reafirmó que ella no está “conforme ni con la Policía de la Ciudad ni con el juez” de la causa, Alberto Baños, al considerar que el magistrado “está trabajando muy despacito”.

“Bastante avanzamos, cada año una noticia chiquitita”, expresó con tono irónico en referencia a que antes del reciente pedido de la querella sobre el cruce de información con los NN, la última novedad de la causa databa del 2021, cuando la Policía Federal había encontrado la tarjeta SUBE de Karhanyan y se supo que fue utilizada para tomar un colectivo en dirección a Ezeiza.

Entre otras anomalías, Pietragalla Corti recordó que los peritos de la división Cibercrimen “cuando abrieron el celular de Arshak para rescatar el contenido, dicen que se bloqueó y que se perdieron todos los datos”, y apuntó que “por todo lo sucedido hay una trama de encubrimiento por parte de la Policía de la Ciudad, que está apañado por el juez Baños”.

La diputada Montenegro añadió que luego una junta de peritos de las fuerzas federales certificó en relación a esa pericia que “no se respetaron las buenas prácticas en el manejo del aparato”.

Por su parte, y al ser consultado por Télam sobre el motivo por el que la policía porteña sigue al frente de la investigación cuando hay agentes de esa fuerza presuntamente involucrados, el juez Baños respondió: “No tengo críticas que hacerle como institución, más allá de que alguno pueda haber hecho las cosas mejor o peor”.

Para Montenegro, no se trata de “un caso más de desaparición” ya que, consideró, a diferencia de otras ocasiones, a los cuatro policías -incluido Herba- que trabajaban con Karhanyan en la división de Exposiciones “los encubren”.

“Ya dejan de ser cuatro o cinco policías, porque las cámaras las maneja otra área de la Policía, después hay otro jefe para Cibercrimen, los que remiten las actuaciones judiciales son de otra área”, explicó la legisladora y sostuvo que, entonces, “la escalada sube, los encubren los jefes de las áreas y los encubre la Justicia”.

En tanto, Rosita reclamó que el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, tendría que recibirla como “mamá” y aclaró que sí se reunió con el ministro de Seguridad porteño en uso de licencia Marcelo D’Alessandro, en un encuentro que tuvo lugar días después de que, el 23 de febrero del año pasado, el presidente Alberto Fernández la visitara en su casa.

Télam intentó comunicarse con D’Alessandro y, tras enviar preguntas al Ministerio de Seguridad porteño, desde esa cartera solicitaron más tiempo para contestar.

“Yo digo toda la verdad, muchas madres no ven mucho (de sus hijos) pero yo trato de ver todo. Arshak era muy tranquilo, vos estabas durmiendo acá y Arshak entraba en la casa y no te dabas cuenta que entró”, recordó Rosita.

Además destacó que Arshak “respetaba a la gente”, también que en la escuela era elegido “mejor compañero” y que era un joven “estudioso” y “trabajador”.

La madre del joven relató que “a los dos, tres meses” de la desaparición pensaba que estaba “encerrado y no podía salir'”, pero que con el correr del tiempo se dijo a sí misma que “no podía ser que tanto tiempo mantuvieran encerrada a una persona”.

“Y ahora tengo dudas de que esté con vida, yo misma no sé qué quiero o qué espero, qué pienso. Mi cabeza cambia a cada rato, capaz eso quiere decir que estoy desesperada o enferma. La esperanza también es una enfermedad”, completó.

Marina Jiménez Conde

Télam

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