Despedida o reelección, Alberto Fernández estiró el misterio, Gabriela Pepe

El Presidente desconcertó a los asistentes a la Asamblea Legislativa que buscaron señales sobre su futuro electoral. Su cuarta presentación signada por reivindicación de gestión y personal.

“A mí me sonó a despedida”. Con el mensaje fresco, mientras bajaba la escalera de la Cámara de Diputados, un importante empresario esbozó ante Letra P un primer análisis sobre el discurso que Alberto Fernández pronunció este miércoles ante la Asamblea Legislativa, donde dejó un balance pormenorizado de su gestión presidencial e intentó sembrar un mensaje sobre el futuro, sin dar pistas sobre si buscará la reelección.

Fernández dedicó las dos horas de su mensaje a detallar lo que considera que fueron los puntos más altos de su gobierno, con ejemplos concretos encarnados en ciudadanos de a pie que fueron invitados especialmente y que ocuparon un lugar en un palco frente al estrado presidencial.

Las menciones personalizadas fueron el punto más emotivo de un discurso que pivoteó durante dos horas entre números concretos de obra pública, empleo, turismo, actividad industrial, exportaciones, recuperación de las pymes y producción agrícola, unos pocos anuncios – el envío de un proyecto de expansión de la inversión educativa y de la ley de bienestar animal – y la contraposición de los dos modelos de país que se enfrentarán en las próximas elecciones.

“¿Alguien cree realmente qué tiene un futuro mejor si se imponen políticas de ajuste, reducción de derechos y una mayor concentración de ingresos? Esto ya se intentó y conocemos los resultados. Hoy nos lo siguen proponiendo con el agravante de que nos anuncian más rapidez y más profundidad.

Hay mucho tramo por recorrer. Pero eso sucederá si continúan estas políticas que ponen en el centro al trabajo”, dijo el Presidente.

Como había adelantado Letra P, Fernández dejó pocas señales sobre su futuro político personal. Los carteles que rodearon el Congreso con la leyenda “Alberto 2023” no consiguieron el anuncio de una eventual candidatura, ni la presión del cristinismo logró la capitulación definitiva.

“Tampoco está el clima interno como para hablar de reelección. Hubiera sido una provocación en este contexto”, apuntó un vocero del ámbito legislativo.

Cerca de la vicepresidenta se dividieron entre quienes interpretaron el tono general del mensaje como un balance final y aquellos que descartaron de plano esa posibilidad. “No se entendió claramente eso”, fue el análisis de alguien que esperaba una definición más contundente por parte de Fernández. “Si hubiera querido hablar de la reelección lo hubiera hecho. Era un momento perfecto para eso. Me pareció más una despedida”, coincidió un dirigente de peso y largo recorrido en el peronismo.

Fueron las palabras finales del Presidente las que motivaron esa interpretación. “Cuando el 10 de diciembre culmine este mandato que el pueblo me ha dado, podrán tener la certeza de que habrán tenido un presidente que le puso el pecho a cada problema que enfrentó. Que con aciertos y errores habrá puesto todo su esfuerzo en encontrar salidas en el laberinto en el que la historia nos encerró. Habrán tenido un presidente que honestamente todo lo entregó y solo se llevó el enorme honor que me han dado de presidir los destinos de esta Patria”, dijo Fernández, sentado al lado de Cristina Fernández de Kirchner, que evitó los gestos de interpretación.

“Va a ser una despedida aunque no haya sido su intención, porque no tiene el acompañamiento que se necesita para pelear por la reelección”, se sinceró un dirigente territorial que vio el discurso desde uno de los palcos.

Un ministro cercano al mandatario negó esa lectura de final. “Fue un discurso muy detallado, un buen repaso de estos años de gestión. Todavía falta para las definiciones electorales. No era el momento”, apuntó.

“Fue un muy buen discurso del Presidente. En toda la primera parte hizo un racconto de los principales logros de la gestión, que son absolutamente reivindicables y contundentes en materia de obra pública, de construcción de viviendas, de ciencia y tecnología”, analizó el jefe de Gabinete, Agustín Rossi.

Aunque despistó con la falta de señales concretas sobre eventual candidatura, Fernández aprovechó su último mensaje ante la Asamblea Legislativa para hacer algunas reivindicaciones personales, en lo que sonó como un pasaje dedicado al cristinismo.

“Fui yo, con moderación, el que estuvo al lado de Lula cuando injustamente lo apresaron. El que estuvo al lado de Evo Morales cuando un golpe de Estado le arrancó el poder que su pueblo mayoritariamente le había dado. El que alzó la voz para que los bloqueos económicos se terminen en nuestra América Latina y trabajó incansablemente para que el pueblo venezolano recupere el diálogo y la convivencia democrática”, apuntó.

Y dobló la apuesta al hacer referencia a la corrupción: “En todos estos años no tuve otro propósito que servir a mi pueblo. Cuando finalmente deje mi cargo, podré dar cuenta de todos y cada uno de mis actos y nadie podrá atribuirme un solo hecho por el cual me haya enriquecido”.

Por último, reconoció errores propios. “También me equivoqué, por supuesto. Pero cuando lo advertí fui capaz de revisar y enmendar lo hecho”, afirmó. E insistió en una suerte de balance en que, con sus cuatro años de gestión habrá dejado “los cimientos sobre los cuales construir el “gran país” que soñamos”.

La falta de señales electorales concretas no desconcertó a los propios, que entienden que el Presidente “no está obsesionado” en pelear por la reelección y que encontró en la reivindicación de su Gobierno y en su decisión de no dar un paso al costado una fortaleza política de cara a la negociación final, que se dará entre abril y mayo.

Como publicó ayer Letra P, el canciller Santiago Cafiero había adelantado que el Presidente no utilizaría la apertura de sesiones para profundizar en cuestiones “electorales o partidarias”.

Gabriela Pepe

Letra P

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