Caso Nisman, el exespía que declaró y habló de suicidio

“Es muy posible que Alberto Nisman se haya suicidado. Tenía una personalidad egocéntrica, vanidosa y narcisista y se venía su destitución por la denuncia falaz que hizo. Eso lo dije en la declaración que me tomaron en la causa”.

El abogado Guillermo Alberdi, exintegrante de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), desmintió ante Página/12 que ningún exagente haya esbozado en el expediente la hipótesis del suicidio.

El nombre de Alberdi es público, porque fue el abogado de un supuesto exagente, Allan Bogado, y luego un matutino porteño publicó que Alberdi mismo integraba la AFI.

Desde hace ocho años y medio la justicia de Comodoro Py, con el juez de Lago Escondido, Julián Ercolini, a la cabeza, mantiene abierta la causa Nisman sin haber aportado una sola evidencia de que alguien haya entrado al departamento del fiscal.

A falta de pruebas, cada tanto, realizan una operación en los medios alineados con la oposición: en este caso, a principios de mayo, difundieron falazmente, como lo demuestra la declaración de Alberdi a Página/12, que casi cien agentes de la AFI declararon en el expediente y ninguno esbozó que Nisman se haya suicidado.

La realidad es que los cien testigos declararon y de sus dichos no surgió nada que indique un homicidio. A los exagentes ni les preguntaron qué opinaban, por lo que no dieron diagnóstico: sólo dijeron que, en su mayoría, ni conocían a Nisman.

Habla el exespía

A falta de pruebas, desde Comodoro Py sacan cada tanto a pasear el expediente. En este caso, argumentaron que ninguno de los exagentes habló de que Nisman se suicidó. Incluso mencionaron el testimonio de Alberdi.

Como desde que se fue de la AFI, Alberdi es un abogado público, este diario se comunicó con él para ver si había opinado o no sobre las circunstancias de la muerte de Nisman.

No fue fácil convencer al letrado para que hable de su declaración, pero estaba indignado: “tuvimos que soportar la hipócrita perorata de que lo declarábamos era secreto. Nos lo advirtieron dos veces, al principio y al final de cada declaración. Y resulta que el domingo pasado, un matutino lo publicó. Por eso acepto hablar, esencialmente porque lo que publicaron es falso”.

“A mí no me pidieron opinión sobre la muerte de Nisman, pero en un momento les dije lo que pensaba -contó el letrado-. Les expliqué en detalle por qué me parecía plausible el suicidio. Y les di tres fundamentos. Primero, su personalidad egocéntrica, vanidosa y narcisista, y se venía su inevitable e inmediata remoción como fiscal, por la irresponsable denuncia. Segundo, lo anterior dejaría expuesta su incuestionable fama de enriquecimiento y corrupción. Eso se iba a hacer público. Tercero, la denuncia tenía gravísimos errores, errores elementales, que lo dejarían muy mal parado públicamente”.

Tal vez esta última referencia tiene que ver con el cliente de Alberdi, el exespía Allan Bogado. Sucede que Nisman decía en la denuncia que Bogado participó de las negociaciones con la parte iraní en Zurich y Nueva York y resultó que Bogado no había salido nunca del país. O sea, la denuncia de Nisman se hizo tan a las apuradas que ni siquiera pidió un informe a Migraciones.

Otra excursión de pesca

Con la intención de mover un poco el expediente, en 2022, siete años después de la muerte de Nisman, convocaron a declarar a quienes trabajaban en la SIDE, luego AFI en aquella época. La alianza con los medios quedó expuesta, otra vez, en un largo informe publicado por un matutino el domingo pasado .

El tándem del juez Ercolini y el fiscal Taiano salió, como se dice en el argot judicial, a una excursión de pesca: citó cien espías para ver si alguno sabía algo. Interesaban en especial dos casos que, en realidad, tampoco aportaban ninguna pista sobre la muerte del fiscal:

Un agente usó su celular muy cerca del domicilio del informático Diego Lagomarsino, el hombre que le prestó al fiscal la pistola con la que se disparó. Ya está claro que el agente vivía en el mismo complejo que Lagomarsino y desde mucho antes de que existiera la historia de Nisman y su denuncia. Pese a que el agente declaró, mostró los papeles, siguen usando el tema para hacer humo.

También habló por celular otro agente en Puerto Madero, cerca de donde vivía Nisman. El hombre declaró en su momento, sostuvo que fue a tomar un café con un amigo y hasta pagó con tarjeta, algo que se comprobó.

La hipótesis hace agua desde el minuto uno: si hubieran sido parte de un sofisticado complot para matar al fiscal, no habrían usado su celular oficial. Es elemental.

La guerra de los espías capítulo mil

La orfandad de pruebas hace que todo el expediente gire alrededor de hipótesis, rumores, comentarios y, en especial, las versiones originadas en los exintegrantes de lo que fue la SIDE y desde 2015 se llama AFI.

En realidad, la causa está en Comodoro Py a raíz de la declaración del otrora poderoso Horacio Antonio Jaime Stiuso. Ante la jueza Fabiana Palmaghini, el exjefe de Operaciones dijo que “a Nisman lo asesinaron” y que “fue obra de los iraníes”.

Cuando le preguntaron cómo se hizo, dijo que no sabía, pero “cuando los iraníes se proponen algo así, lo hacen”. No pudo aportar un solo elemento, pese a ser el hombre más allegado a Nisman. Con esa declaración, Palmaghini mandó la causa al fuero federal, aunque tiempo después dijo que estaba arrepentida, que se apuró.

Stiuso estaba enfrentado con el gobierno de Cristina Kirchner que lo echó del cargo y, además, siempre se dijo que acusaba al kirchnerismo por la muerte de uno de sus hombres, Pedro El Lauchón Viale.

En la semana que terminó, el Tribunal Oral Federal número 5 de San Martín absolvió a los dos policías que mataron al Lauchón en el marco de un procedimiento antidrogas que incluía el allanamiento de la vivienda del exagente. Ocurrió en 2013. Los jueces, por unanimidad, dieron por probado que Viale recibió a la policía a balazos y que estos se defendieron.

Hubo otro exagente, que terminó trabajando para Patricia Bullrich en el ministerio de Seguridad, durante el macrismo, que declaró que la AFI lo mandó a la esquina de la fiscalía de Viviana Fein, que investigaba la muerte de Nisman, con el objetivo de espiar a la fiscal.

En verdad, lo que se chequeaba era si iba a declarar Stiuso, al que la AFI buscaba por varias denuncias internas. El tema no tenía relación con la muerte en el edificio Le Parc de Puerto Madero, pero es parte de esa guerra entre espías que utilizan como excusa para mantener abierto el expediente por el deceso de Nisman.

Ocho años y medio no es nada

El macrismo viene usando la causa Nisman desde aquel 18 de enero en que encontraron el cuerpo del fiscal. En los ocho años y medio transcurridos el juez Ercolini y el fiscal Eduardo Taiano sólo pudieron basarse en una pericia insostenible de la Gendarmería, mandada a hacer en tiempos en que Patricia Bullrich era ministra de Seguridad:

Por un lado, contradice lo que dictaminaron todos los médicos que actuaron en el caso, sobre todo los del Cuerpo Médico Forense (CMF) que, en el marco de una numerosa junta médica, sostuvieron que “ninguno de los elementos indica con certeza pericial médico-legal que se haya tratado de un hecho homicida”. El CMF hace miles de autopsias por año y la Gendarmería ninguna.

Aún más contundente fue el informe final de la Junta Criminalística que encabezó la Policía Federal: “al momento del disparo no había ninguna tercera persona en el baño”. La conclusión surgió del análisis de las manchas de sangre que estaban por todo el baño, algo imposible si hubiera habido alguien en el mismo ambiente.

Más todavía si se tuviera en cuenta la hipótesis de la Gendarmería, que hubo tres supuestos integrantes de un comando dentro del minúsculo baño.

El juez y el fiscal nunca llamaron a los peritos de la Gendarmería para que declaren bajo juramento y en el tiempo transcurrido falleció el comandante Orlando Caballero que fue la cabeza de aquella pericia cuyo resultado el diario Clarín anunció antes de que hubieran empezado los trabajos.

Tampoco el juez y el fiscal convocaron a todos los expertos a que discutan sus conclusiones, incluyendo datos disparatados de la Gendarmería como que a Nisman se le suministró una droga, ketamina, sin que nada de eso hubiera aparecido en los estudios toxicológicos y sin que registrara siquiera un pinchazo en el cuerpo.

Más allá de la manipulación grosera del expediente, en los ocho años y medio no se pudo esbozar ni siquiera una hipótesis de cómo alguien entró al edificio, al departamento y al baño, sin dejar el menor rastro.

La puerta principal de la unidad 2 del piso 13 estaba cerrada con una traba por dentro, sin cerradura del lado de afuera. Y en la puerta de servicio había dos cerraduras.

La de arriba también estaba cerrada por dentro y la abrió la madre de Nisman y la de abajo no estaba cerrada, pero tenía la llave colgada del lado de adentro. Por eso hubo que convocar a un cerrajero.

Nada de todo eso pudo controvertirse en la causa judicial.

No hay un sospechoso ni un detenido ni rastro alguno de un supuesto comando iraní-venezolano con el que deliraban algunos dirigentes aliados al macrismo. Por eso sacan a pasear la guerra de espías y otras artimañas.

Raúl Kollmann

Página/12

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